domingo, 30 de diciembre de 2012

Evanescencia



La de un periplo acabado,
preso por nuestras vivencias,
selladas con la impronta de las experiencias.

No quise ser y fuí,
anduve perdido por el campo yermo del aburrimiento
y me solazé bastante con cantinelas de poca monta,
que escupen al tiempo caudales de escaso brillo.

Un año más para el inventario,
de aciertos y desaciertos,
con los que sentirme azarosamente inquieto.

Inquieto por un destino que aún persigo,
sin percibir que los años dan solo de sí en un sentido,
mientras que en el inverso ves cómo transcurre tranquilo
sin dar más señas de estar perdido.

Luces y sombras, juntas o dispersas,
se entremezclan en mis ensueños,
se dan de bruces en parajes ribereños
a los que suelo acudir en pos del sueño
que me reclama ya en cualquier instante,
como el noble corcel a su jinete amante.

Te vas y vuelves de nuevo triunfante
para quemar mis días y meses restantes,
aunque pienso que ésta vez no lograrás tu maligno propósito,
de evanescer mi ilusión perpétua: vivir para ver y sentir,
todo lo que aún reste de porvenir.



martes, 2 de octubre de 2012

Fernando

 
 
Sobrado de sentidos
como el gusto por la música,
el perfeccionismo de tus tiralíneas, diseñando cocinas,
tu intuición con los guarismos, de quinielas infinitas,
la pasión por tus nietos, influyendo en su cultura,
o la de conocer nuevos destinos...
para adueñarte de su influjo,
han supuesto un buen modelo a imitar por lo sencillo.
 
Te creíste más López que Boró
aunque acabaras más parecido a éste en sus modales,
enrocado en lo patriarcal que se llevaba antes
aunque tu ingenuidad infantil era sin duda López,
mantenida hasta el final,
como coraza protectora de un destino enrevesado
al que le hiciste regates por el bien de la felicidad, muchas veces alcanzada.
 
Aunque los azares del destino nunca fueron espléndidos,
como a la mayoría de mortales,
supiste sacarle jugo a una familia
que hoy reconoce tus bondades y sigue la senda que iniciaste
de cualidad humilde, pero de personalidad pujante.
 
Nos alumbraste de optimismo y te lo agradecemos ahora,
en tiempos sombríos,
porque no es posible encarar la vida sin el,
si pretendemos sacarle a los días que nos faltan todo su provecho.
 
De lo demás, no queremos ni debemos pasar pena.
 
Gentes como tu, seguro que han llegado al mejor destino posible.
 
Fuere donde y como fuere. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

Desconcertante el hábito...

                                     Naturalmente, somos gentes de costumbres.

                                     Lo cotidiano del comer y del dormir,
                       así como todo lo que nos lleva a permanecer acostumbrados,
                       acaba siendo una lógica desmotivante que nos empecina.

                                     No, no digo que no comais,
                                     ni que dejeis de buscar en las sábanas,
                                     el preludio de muchos y bellos sueños.

               Pasa que tanta acción repetitiva nos hace más maniqueos que sabios.

              Aferrados a bienes y males nos hemos hecho tan naturales
              que ya no perdemos el tiempo en la búsqueda de nuevas deidades.

                        ¡¡Nos hacen falta!!  ¡Señores!

                        Que cuando llegue el momento de sinsabores,
                        tengamos nuevos recursos para reinventar pasiones.

               De esta manera se perdería el hábito, al aparecer lo inesperado,
               y dominaríamos el pavor a lo desconocido que nos llena de espanto.

                        Aprende a escribir con la izquierda, si no eres zurdo,
                        olvidate alguna vez del ascensor, tarugo,
                        llénate de ayuno un buen día y ...  qué sé yo,
                        ama a tu pareja como lo hacías antes de ser esclavo del hábito.

                        No puedo contarte más porque en esas estoy yo,
                        tratándome de inventar,
                        para conseguir de la vida un levitar.
                       

viernes, 14 de septiembre de 2012

Día negro




                                  No es mi fuerte, digerir los días negros, quizá porque de   pequeñito me enseñaron a no mirar nunca a la cara al adversario... para que no te convenza de que la contrariedad existe y es capaz de vencerte.

                                  Gracias a eso llegué a sentirme invencible alguna vez, aupado en las risas que me salían de dentro y sin sentido, aunque no como el que ríe por tonto, como creían algunos, sino envalentonado por el coraje que te imprimen.

                                  Hoy no tengo fuerzas para reirme, canalla, me has vencido y temo que en adelante me seguirás venciendo más a menudo, si es que no consigo superarte en el ámbito de lo profundo porque solo existes cuando te haces valer entre quienes te temen, pensando en que les vacías de todo contenido.

                                  Si dijera que no me asustan tus trinos, me engañaría, aunque más que asustarme con tu venidera y certera presencia, me asusta la idea de que no esté a la altura de quien se sabe de paso, gozoso con la sola posibilidad de poder aumentar en algo el esperanzado testigo de quien me lo pasó en su día.

                                   Fernando, mi hermano, se ha ido hoy cuando no lo pretendía. 


                                   Es lo que tiene esto, que las más de las veces te presentas sin avisar, para hacernos maldita la gracia. No estaba agotado aún, quería seguir manteniéndose en vida para saborear lo mucho que obtuvo de ella, a pesar de los valles de lágrimas que siempre se olvidan. Cumplidos tan solo tres meses de que viajáramos juntos a Andalucía y ampliáramos con gusto el conocimiento de lugares y personas nuevas que le seducían.

                                   No ha tenido tiempo de nada más pero si de mostrar su talento de setenta años para hacer las cosas que ha hecho y de la mejor manera que ha sabido hacerlas. Una familia con tres hijos varones que heredan las mejores prácticas de un ser honrado a carta cabal, trabajador incansable y capaz de obligarnos a pensar cada vez que, con polémica, hurgaba en las honduras filosóficas. Nunca se dejó influir basándose en sus convicciones que, erróneas o no, decía tener comprobadas. Una de ellas su creencia en un Dios, de infinita bondad, que alejado de tanta podredumbre mundana, le ofrecía la posibilidad de mecerse con el en un sosegado espacio de paz.


                                   Quisiera creer con el, aunque por el momento me incline más por seguir buscando el revulsivo de otras deidades menos etéreas, más próximas a las personas que como él han pensado y piensan que aún es posible el cielo en la tierra.

                                    Fernando, en el sitio que estés, mereces el mejor descanso.

                                    En paz.

viernes, 29 de junio de 2012

Paseo por La Granja

Se iban amontonando las gentes y un poco a su pesar hacia la vista gorda. Se sentía burlado en la responsabilidad sobre lo que parecía había dejado de ser responsable. Cómo se puede decir si no de una casa grande que había alojado, tiempo atrás, tanto maestro, tanta ciencia, tanto esfuerzo a la vera del rio de calor que incendia las venas del más pintado. Ahora, sin subvenciones, sin regalos fantásticos que hacer desde la Casa Real de los ensueños monárquicos, valedora de tantas de sus obras de artesanía fina, ¿quién se hará cargo de su patrocinio?.

-Ahora vendrá la directora... pero yo tengo que saber quien entra por aquí y además vigilar que no se apague el horno, que tanto cuesta mantener para que no sucumba.
Una pena, si señor, la carencia de artesanos en la industria... el último que pasó por aquí se jubiló con más de setenta, forzado por las circunstancias y por una dirección que no quería sucumbir a la quema. Ese hombre, con sus manos y papel simple y empapado, hacía maravillas sobre cristal en ciernes hasta antojarse de la forma imposible y fantástica.

-Imagino que lo mismo pasará con el latón o con el bronce, cincelados con primor hasta lograr la profundidad de los cabellos del cristo crucificado, y el punto exquisito de la pátina que se hace necesaria en su esplendor.

Pienso en sus palabras y termina acongojándome el futuro sin las bellas artes de los artesanos sin su legado. Sabiduría perdida y suplantada por la máquina infernal basada en cadencias infinitas.

En este estado, aparece por la puerta una directora jóven y risueña que nos anima a contemplar los últimos trabajos realizados por otros jovenes, gobernados por una holandesa que, puntualmente y cada día, recorre los ochenta kilómetros que la separan de su casa hasta adentrarse en esta. Hasta aquí ha traído también sus producciones tituladas con la idea de perseverancia con las que trata también de estimular a sus pupilos.

El remate de la tarde acontece en una terraza próxima donde la cerveza mitiga el calor de un verano recientemente inaugurado y es en ella donde Paloma, la joven directora me confiesa sus miedos al futuro que acecha con sus Eres y a lo que no basta con oponer su competencia en la gestión del día y día... si a distancia no se quieren deslumbrar por lo que fue... la Real Fábrica de Cristales y Vidrio.


sábado, 23 de junio de 2012

Mentiras y Verdades

Unas por el bien pretendido,
otras por el mal rebuscado,
zarandean muy a menudo nuestros propósitos.

Convivir con las dos en el empeño
de una gobernanza total de mi espíritu
me conduce a la inevitable destemplanza.

Quiero ser fiel a los principios,
aunque los principios no conduzcan necesariamente a los fines,
y los fines sean a menudo bastardos.

La verdad del infante puede ser dolorosa,
expresada sin miramiento, con naturalidad ingenua,
la del adulto se carga a veces de tanta retórica,
que rebasa los límites de su prudente gracia.

Si te miento, por no atormentarte,
no creas que la verdad adversa pueda estimularte,
quizás nos desanime el porvenir
de una realidad opuesta a nuestra tendencia.

Quisiera entonces cargar mis verdades
de variedad y de sorpresa,
dulcificarlas hasta alcanzar el linde de lo irreal
para, sin ser mentiras, modular lo literal,
abrir cauces al desbordante rio de una sana vitalidad.

jueves, 14 de junio de 2012

Montañas nevadas

Deslizarte, montaña abajo,
viento calmo, sol radiante,
te da sensaciones fuertes
de incontenible encanto.

                       
                               Luchas contra el desequilibrio,
                               te esfuerzas en mantenerte erguido
                               y escuchas la resistencia, bajo tus pies,
                               de millones de copos de nieve rendidos
                               al peso de tu aventurera afición por el esquí

                               Me aficioné entre faldas vanas,
                         que hacen reir a sesudos delfines                                                               de mares inmensos aunque erguidos de púas de hielo,
                                                              afiladas, dispuestas a defender su imperio.


                                                              Eran tiempos de dura ascensión,
                                                              sin aparatos que la aliviaran en movimiento,
                                                              Alcanzado el destino,
                                                              eran dueños los vientos del coto privado
                                                              de Dos Hermanas en que convertimos
                                                              aquél bello lugar reservado para nosotros.


Tablas al suelo, bastones pinchados también en el, tras varios intentos,
seguía el trámite de calzar las botas en el compartimento.

Todo dispuesto para la aventura del descenso.

Doblar las rodillas, cargar el peso, y un ligero impulso
te sumergían de lleno en el vértigo.

Vaivén de caderas,
marcado de puntas de lanza en los extremos,
mínima elevación de talones traseros...
hacían la maravilla de pequeños giros
para quien ya sabía hacerlos.

Los que no, desafiaban al equilibrio sin miedo,
alcanzando velocidades tremendas,
con la cabeza adelante,
en cuclillas,
lo más cerca del suelo,
para evitar el trastazo
o para que fuera lo menos cruento.

Aún y todo el empeño puesto,
las caídas eran para el común de los mortales algo cierto
pero llevado con parte de gusto,
por el disfrute del momento.

Rebozados de nieve, calados hasta los huesos,
una y otra vez subíamos resignados
en busca de un nuevo evento
que tuviese aún más emoción,
que nos dejara más contentos.

Los días de sol permanente,
sin nubes enfriando el ambiente,
los rostros quedaban marcados a fuego,
volvíamos curtidos y con la sangre caliente.

Cuando la adversidad del clima
implantaba sus reales,
solo podíamos encomendarnos
a la realidad de nuestra natural complexión genuina.

El friolero evitaba cualquier fisura,
el cómodo buscaba su acomodo
en lo más recóndito del autocar parado,
había quien se refugiaba en el caldo caliente de la venta
y los menos, desafiaban a los rigores de la tormenta.

En fín y en cualquier caso,
el día pasado en la nieve,
nos daba a todos a pesar del cansancio,
la sensación más feliz y el ánimo suficiente
para sobrellevar las duras jornadas,
hasta el fin de semana siguiente.